Su exposición en el Seminario Internacional PyME lleva el título “cómo impulsar la Innovación en las PyMEs”, ¿podría hablarnos de su contenido?
Mi charla intenta, por un lado, trabajar cierto mito que dice que las PyMEs no pueden innovar, o que para ellas es algo muy difícil. Intento desarticular esta idea, porque si bien existen muchas cuestiones de contexto que inhiben o favorecen la innovación, en muchos casos ella depende de una actitud por parte de los dirigentes empresariales, de aprovechar las ventajas que ofrece la innovación, de ser más creativos, de hacer alianzas, de ir en busca de otros mercados. Es decir, hay una serie de intangibles que dependen mucho de las personas, y muchas veces estos intangibles están frenados por cuestiones personales.
¿Hay allí también un tema cultural?
Sí, no cabe duda que el fenómeno de la innovación en muchos aspectos es una cuestión cultural. Las personas somos portadoras de cultura, si nos movemos en ambientes poco proclives al riesgo, a la creatividad, tenemos determinadas comportamientos, si nos movemos en ambientes más favorables tendremos otras actitudes. Las mismas señales de mercado para una empresa pueden significar “no hago nada” y para otra puede decir “hago”.
¿Qué otros temas aborda su exposición?
Planteo qué significa innovar. Se habla mucho de innovación y cualquier cosa parece ser innovación, cuando en realidad no lo es. Luego intento abordar una cuestión relativamente moderna: la innovación se da en ciertos contextos, en ciertos ambientes, y es un fenómeno interactivo. La interactividad implica relaciones entre personas, entre empresas, entre empresas y otras instituciones, en el fenómeno de la innovación es un dato muy importante.
Precisamente, ¿qué rol deben cumplir las universidades, los centros de investigación, los gobiernos y las entidades financieras, en la transferencia de la innovación a las empresas?
Importantísimo, últimamente ya no se habla de innovaciones o de innovadores, sino de sistemas de innovación, o redes de innovación. En esas redes están las empresas, lógicamente, pero también están las instituciones que generan conocimiento, recursos humanos, que investigan, y luego están las políticas. En ese contexto, no cualquier Universidad, no cualquier centro de tecnología, no cualquier política sirven para innovar. Por lo tanto un enorme desafío es tener instituciones que estén proclives, así como las empresas, a innovar, a transferir, a vincular, y políticas que sostengan esas relaciones.
El mundo científico tradicional, por ejemplo, hace algunos años estaba encerrado en sí mismo, la lógica del científico era el conocimiento universal y el laboratorio. En los últimos años hay cada vez más incentivos y políticas para que una parte de los investigadores y sus estructuras se vuelquen a generar conocimiento útil. Y haya especialistas para saber cómo y dónde hacer eso, haya investigaciones y desarrollos que tengan que ver con el mundo productivo y empresarial.
¿Qué relación hay entre innovación y competitividad?
La competitividad es una cuestión política muy importante, la estrategia de innovación es un subproducto o una parte de algo más grande que es precisamente la competitividad. Para las empresas el tema es cómo ser más competitivos. Y hay o no hay políticas pro-competitivas. Es más, en algunas épocas las hay y en otras no, en algunas épocas existen pero son insuficientes, en otras son para algunos sectores y no para otros, o para algunas regiones y no para otras.
Uno puede decir con cierta claridad que en un país como la Argentina hay ciertas cosas que inhiben la competitividad y otras que la favorecen. Por ejemplo, en un corto plazo un tipo de cambio favorable a la producción local de ciertos bienes, podría ser un aliciente a la competitividad empresarial. Pero si no se mantiene en el tiempo y no hay incentivos para hacer otras cosas, esa competitividad de apaga, por lo tanto la combinación de políticas macro con políticas micro es fundamental.
Después son importantes las políticas que tienen que ver con el asociativismo, con asociar empresas, algo que para el mundo en el que se mueve la Fundación Banco Credicoop es un tema importante. Para competir, para acceder a mercados que exigen otros volúmenes, para combinar conocimientos, las redes de empresas, la asociatividad es otra política que en la Argentina es relativamente nueva. Y es necesario que haya una política sostenida en el tema, para lo cual un Estado debe identificar sectores, identificar mercados, identificar debilidades.
Un buen ejemplo de esto en nuestro país es la industria del software. En su momento, se hizo un foro de competitividad, se diseñaron políticas, se encontraron escollos, se encontraron oportunidades. Y, fundamentalmente, lo que ocurrió fue que se diseñó una política que sin obligar a nadie alineó elementos, alineó a los que emprenden con los que financian, y a ambos con los que forman recursos humanos. Eso no en cualquier sector ocurre, y por eso la industria del software es tan llamativamente exitosa. Algo parecido ocurrió con la industria del vino.
Entonces, no es fácil hacer políticas sostenidas en el tiempo para lograr competitividad, pero está claro que hay cosas que se han hecho que funcionan, lo que hay que hacer es replicarlas en otras cadenas de valor, en otros sectores. Juntar en un mismo escenario lo sectorial, porque los sectores no son lo mismo, no es lo mismo el software, la biotecnología o la nanotecnología, a pesar de que todas son altas tecnologías; la política territorial, es decir dónde ocurre, con qué actores locales ocurre, porque en este mundo competitivo para hacer innovación los empresarios necesitan recursos humanos calificados. Luego eso se junta con el tema infraestructura, un profesional que es talentoso, que cobra bien, que puede trabajar en cualquier lado.
Si abordamos la problemática de la territorialidad, ¿qué importancia tienen los agrupamientos como los parques industriales o las incubadoras de empresas en la generación de innovación?
Una forma de unir el sector productivo con el territorio, implica generar estructuras o espacios donde logren encontrarse, es decir, los talentos, las empresas necesitan ubicarse en un determinado lugar de calidad, un parque tecnológico sirve para eso, es un lugar privilegiado para generar innovación.
La incubadora de empresas, por su parte, es una prima hermana del parque tecnológico, un parque puede albergar a muchas incubadoras. Las incubadoras son un mecanismo para crear nuevas empresas, o sea, trabajan con proyectos que todavía están en sus inicios. ¿Por qué? Porque los tejidos productivos para ser más innovadores necesitan productos nuevos, y para que haya productos nuevos tiene que haber empresas nuevas.
Lo que los parques tecnológicos procuran es que el emprendedor se encuentre con el que financia, con el investigador, con la gente que diseña políticas, con la gente que hace marketing, que estén todos en un mismo lugar. Todos los actores del fenómeno de la innovación tienen una gran proclividad a vincularse y a trabajar conjuntamente. Entonces, si uno está en un lugar donde todo esto está disperso, una estrategia posible es plantearse “construyo el lugar adecuado para que se encuentren, y además tengo un equipo de gestión que los reúne, que organiza seminarios, cursos, desayunos, hace que funcione un restaurante, un campo de deportes, lo que fuera para que esa vinculación se brinde en forma sinérgica”. La gran palabra del mundo innovador es “sinergia”. Otras palabras importantes son “aprendizaje” y “redes”.
Si pensamos en el día a día de una empresa, ¿cómo operan y en dónde se ven los procesos de innovación?
La mayoría de las empresas que innovan no se dan cuenta de que lo están haciendo. Hay muchos procesos que llevan adelante que son innovadores. Como parte de una investigación en el Conurbano Norte, en la Universidad de San Martín no hace mucho hicimos una encuesta con empresas. No fuimos a preguntarles “¿usted innovó?”, sino “¿a qué se dedica?, ¿su empresa sacó nuevos productos el último año?, ¿realizó una exportación?, ¿capacitó a su personal? O sea, fuimos por los indicadores que incorporan el concepto de innovación. Y encontramos que en un 70% las empresas lo hacían. Ahora bien, cuando luego les preguntábamos “¿usted se considera innovador o su empresa es innovadora?” Respondían que no.
Entonces, yo creo que aquí hay un tema de terminología sobre qué es y qué significa innovar. Por ejemplo, cuando una empresa capacita a su personal para hacer algo nuevo, o diferente, está innovando. Cuando capacita a su personal para hacer lo que hace siempre, no es innovación, es mejorar lo que se hace habitualmente. Una empresa que cambia su tecnología no necesariamente está innovando; ahora bien, si para cambiar la tecnología tiene que investigar cómo se comporta esa nueva tecnología, cómo modifica su negocio, hacer un estudio sobre cómo organizar el personal para trabajar con ella, aquí hay innovación. Cuando una empresa identifica un nicho de mercado nuevo y dice “yo antes vendía mi producto a determinado cliente y ahora se lo vendo a tal otro”, está innovando. Ni siquiera estamos hablando de un producto, estamos hablando de modificaciones en el quehacer cotidiano. A este tipo de innovaciones las llamamos “incrementales”.
Ahora bien, cuando una empresa dice “yo antes fabricaba válvulas con una x tecnología y ahora hago completamente otra cosa”, es decir, cuando logra generar un producto nuevo, está haciendo una innovación que llamamos “radical”. Las innovaciones radicales son las más importantes pero también las menos frecuentes, no siempre se dan, y no se le puede exigir a una empresa que haga un producto nuevo a cada rato, con que elabore un único producto nuevo en toda su historia de vida ya es suficiente.
El gran tema a abordar es cómo hacer que los empresarios tomen a la innovación como un proceso, y como un proceso sistemático a cumplir a lo largo del tiempo. Es que innovar no es únicamente sacar un producto nuevo o tener éxito en un proceso innovador. Muchas veces, aunque no se tenga éxito en ese proceso igual se está innovando. Por ejemplo, cuando se implementan normas de calidad, para algunas empresas puede resultar algo rutinario, en cambio para muchas otras es una cosa completamente innovadora: por primera vez va a registrar actividades, por primera vez va a nombrar un responsable, por primera vez va a capacitar al personal para que califique para su función. Tal vez esa empresa no llegue a certificar, entonces ¿quiere decir que no innovó? Por supuesto que lo hizo. En América Latina, a diferencia de Europa, existe la categoría de “empresa innovativa”, que no es la que innovó sino lo que “trata de”, la que lleva adelante procesos innovadores los complete con éxito o no.
Edicion Nº 111 lunes, 01 de julio de 2013
Edicion Nº 110 jueves, 02 de mayo de 2013
Edicion Nº 109 miércoles, 03 de abril de 2013
Edicion Nº 108 viernes, 01 de marzo de 2013
Edicion Nº 107 viernes, 01 de febrero de 2013
Edicion Nº 106 martes, 01 de enero de 2013
Edicion Nº 105 lunes, 03 de diciembre de 2012
Edicion Nº 104 jueves, 01 de noviembre de 2012
Edicion Nº 103 lunes, 01 de octubre de 2012
Edicion Nº 102 lunes, 03 de septiembre de 2012
Edicion Nº 101 miércoles, 01 de agosto de 2012
Edicion Nº 100 domingo, 01 de julio de 2012