En líneas generales, las incubadoras de empresas constituyen un elemento estratégico de la política de innovación de los países. En tal sentido, la literatura especializada destaca su utilización para favorecer el desarrollo de un sector o rama industrial con empresas en las que el conocimiento es un factor excluyente e intensivo (científico, tecnológico o de mercado).
Así la incubadora puede transformarse en un instrumento fuertemente orientado al desarrollo de regiones, en los que el poder local tiene un papel estratégico y, en general, vital para su surgimiento y sostenimiento en el tiempo.
En el nacimiento de este tipo de empresas también se procura la interacción multisectorial y entre organismos públicos y privados así como también el intercambio de conocimientos y experiencias con las instituciones de ciencia y tecnología. En las ciudades las incubadoras de empresas también actúan como un mecanismo de revitalización de ciertas áreas y transforman edificios y espacios sub-aprovechados en centros de productividad y competitividad.
En nuestro país, como en el resto del mundo, las universidades han sido de las primeras instituciones en sumar la incubación de empresas a sus procesos de transferencia de conocimiento hacia el espacio social.
Algunos factores a tener en cuenta a la hora de encarar un proyecto de incubación de empresas de base tecnológica son:
Las Incubadoras en la Argentina
En la Argentina, las incubadoras de empresas forman parte de un fenómeno que comienza a conformarse en la década del 90. Según el Mapa de Instituciones elaborado a comienzos del año 2003 (“Estudio en el área del desarrollo empresarial en la República Argentina: La creación de empresas en la Argentina y su entorno institucional”) desarrollaban actividades efectivas, en ese momento, unas 14 incubadoras.
En los últimos años se han sumado numerosos proyectos de creación de incubadoras, especialmente ante la posibilidad de poder financiar su inicio a través de programas gubernamentales. En este desarrollo han tenido un rol fundamental, en una primer instancia, la intervención de las universidades públicas y, en segundo lugar, los gobiernos municipales.
De las catorce incubadoras relevadas en el Estudio del año 2003, seis son de origen universitario. Es importante considerar el origen de las incubadoras pues es allí donde estarán definidos buena parte de los grupos relevantes intervinientes y que darán sesgo y sentido a la conformación y objetivos de cada una de ellas.
Las Incubadoras y la Universidad
Las universidades, usinas de ideas y proyectos, fueron de las primeras instituciones en sumar la incubación de empresas a sus procesos de transferencia de conocimiento hacia el espacio social. El fenómeno se difundió en los países centrales en la década del 80 y llegó a América Latina diez años más tarde.
En nuestro país, el primer proyecto de incubación fue Micro y Pequeñas Empresas (MIPES), inaugurado en 1990, co-ejecutado por el Municipio de San Martín y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), con el apoyo de la ONG italiana CISP y de la cooperación internacional a través del Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia, en el marco del Proyecto Promover.
En 1997 aparecieron las incubadoras de las universidades nacionales de La Plata y Luján y, desde entonces, la tendencia se consolidó y numerosas casas de estudio, tanto públicas como privadas, sumaron este tipo de iniciativas.
La mayor parte de las incubadoras trabajan con proyectos de base tecnológica, pero no es el único tipo de empresa que necesita incubación. El año pasado, la Fundación Barceló, por ejemplo, inauguró la primera incubadora de emprendimientos de salud, Incubando Salud. Por su parte, la UNSAM sumó a su incubadora de emprendimientos tradicionales, MIPE, el proyecto Innovar San Martín, que se dedica precisamente a emprendimientos de base tecnológica.
Durante el año 2010, la Universidad de Buenos Aires creó UBA Emprende para promover las incubadoras en las facultades que generan conocimiento científico y tecnológico. Incubacen, la incubadora de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, desde el año 2006 recepcionó más de 100 proyectos, pre-incubó el 80%, incubó el 60%, y finalmente creó siete empresas, tres de ellas con alto potencial.
También existe IncUBAgro, que promueve los emprendimientos agropecuarios desde la Facultad de Agronomía. Esta incubadora tiene dos áreas, una dedicada a empresas tecnológicas y la otra a emprendimientos de cooperación con agricultores familiares y pequeños productores.
La Universidad Abierta Interamericana (UAI), por su parte, desarrolla el Proyecto Incubadora de Empresas de Base Tecnológica y desde su creación en 2007 incubó, entre otras, empresas de videojuegos como Tecnologus y Canned Brains, de robótica como Anatomy Design y Robot Design, y de soluciones informáticas como Edukits Technology, que generó una patente de una placa de control automatizado de dispositivos I Know, Infotowers y Civinext.
Las Incubadoras y el Estado
La participación del sector público en la mayoría de estos emprendimientos se justifica bajo la concepción de que existen fallas de mercado que distorsionan las señales a los inversores y que implican la no-supervivencia de algunos proyectos que ex post se revelarían rentables y podrían generar desarrollo local o regional.
Muchas de las empresas de base tecnológica al iniciarse, enfrentan altos costos fijos y de start up, tienen dificultad para acceder al crédito y cuentan con información asimétrica respecto del mercado y la tecnología disponible.
Otras (empresas de software, productos electrónicos pequeños y de biotecnología en una fase temprana), si bien requieren poco capital inicial y casi ningún equipamiento, participan de mercados con fallas de comercialización y difusión de tecnología, lo que aumenta su riesgo de fracaso.
En estos casos, sólo con el apoyo del sector público las empresas innovadoras pueden lograr la supervivencia y el crecimiento posterior.
En nuestro país existen varias iniciativas en este sentido, Capital Semilla, proyecto del Ministerio de Industria de la Nación, es una de ellas. Este Programa tiene como objetivo promover la actividad de jóvenes emprendedores de todo el país, brindándoles capacitación, asistencia técnica y financiamiento, e incentivando la elaboración de proyectos que incorporen innovación tecnológica.
Por su parte, BAITEC apunta a contribuir al desarrollo de este tipo de actividad productiva de la Ciudad de Buenos Aires. Dicho Programa una estructura y un sistema de apoyo y tutoreo que estimula la generación, el desarrollo y la consolidación de emprendimientos caracterizados por el uso intensivo de la tecnología y/o la innovación.
Participan actualmente del Programa BITEC cinco entidades no gubernamentales (Asociación Civil Emprear, Instituto Universitario Escuela Argentina de Negocios (IUEAN) Universidad Tecnológica Nacional- Regional Buenos Aires (UTN), Instituto de Emprendimientos Científicos y Tecnológicos (IECyT) y la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (FCE).
Las Incubadoras y las PyMEs
Las Incubadoras son una herramienta central en el proceso de generación y consolidación de micro, pequeñas y medianas empresas, ya que las acompaña desde su creación en aspectos financieros (la incubadora se encarga de consolidar la información sobre las herramientas públicas y privadas disponibles y los requisitos para su solicitud), tecnológicos y operativos.
Facilita el surgimiento de emprendimientos o negocios de base tecnológica brindando asistencia para que las nuevas empresas sobrevivan y crezcan durante su etapa de despegue y crecimiento, en la cual son muy vulnerables
Fuente:
Edicion Nº 111 lunes, 01 de julio de 2013
Edicion Nº 110 jueves, 02 de mayo de 2013
Edicion Nº 109 miércoles, 03 de abril de 2013
Edicion Nº 108 viernes, 01 de marzo de 2013
Edicion Nº 107 viernes, 01 de febrero de 2013
Edicion Nº 106 martes, 01 de enero de 2013
Edicion Nº 105 lunes, 03 de diciembre de 2012
Edicion Nº 104 jueves, 01 de noviembre de 2012
Edicion Nº 103 lunes, 01 de octubre de 2012
Edicion Nº 102 lunes, 03 de septiembre de 2012
Edicion Nº 101 miércoles, 01 de agosto de 2012
Edicion Nº 100 domingo, 01 de julio de 2012